The girl effect

Antes de irnos de vacaciones, os dejamos con este vídeo que hemos encontrado en http://www.saudeevida.org. Como dicen en el blog, habla de un futuro mejor para las niñas en los países pobres. Un futuro sin SIDA, sin matrimonios forzados ni embarazos no deseados. Un futuro lleno de educación, buena salud, libertidad y felicidad.

Entérate de más en http://www.girleffect.org/. Porque las niñas son la fuerza más poderosa para cambiar el mundo.

¡Construyamos un mundo mejor para tod@s! 

MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA: una realidad que afecta a más de 135 millones de mujeres.

La lucha contra la mutilación genital femenina es una lucha contra el miedo.

Hace unos años, tras la presentación de una película sobre el tema, una mujer africana a la que conocía de antes y por la que acudí al acto, nos brindó su testimonio, contó cómo en contra de la opinión de su madre, ella optó porque se lo hicieran. La presión de ser la diferente, para muchos «la fresca», pudo más que el miedo o la opinión de su madre.

Se pueden buscar y encontrar testimonios sobre la MGF en muchos sitios, casi todos  se refieren a mujeres que fueron forzadas, habitualmente por sus padres, a someterse a esta tortura. Tras una primera impresión de hacer algo importante para su vida, de asistir a una fiesta, posteriormente el miedo, el dolor y la sensación de haber sido engañada por los que le debieran haber protegido les ha acompañado el resto de sus vidas.

Por mucha raigambre cultural, por mucho que «uno conoce sólo eso y nada más», lo cierto es que costumbres como esta reflejan sólo una manera que los hombres tienen de controlar la sexualidad de las mujeres, de mantenerlas humilladas y bajo su control,  reflejan una sociedad en la que la mujer es susceptible de ser convertida en objeto sobre el que el varón puede ejercer su dominio, dando por supuesto que hay que impedir que la mujer disfrute de su sexualidad, que sólo sirve para dar placer e hijos, y para que de esa forma no le interese «engañar» a su dueño.

En la actualidad la mutilación genital es una realidad que afecta a más de 135 millones de mujeres en todo el mundo, y a la que son sometidas en torno a 2 millones de niñas y adolescentes cada año. Hay un inmenso reguero de sufrimiento humano, singularmente femenino e infantil pero, sobre todo, la inducción de un modelo de sociedad, desigual y violenta para la mujer, que lo mismo la mutila para controlar su sexualidad como que la vende o la secuestra y la esclaviza para dar placer prostituyéndola.

La ablación comprende una serie de prácticas que alcanzan todas ellas a la supresión, total o parcial, de los genitales externos y que provocan problemas de salud permanentes e irreversibles a quienes la padecen, si bien bajo esa denominación se agrupa un conjunto de actuaciones heterogéneas y de distinto alcance en la salud femenina.

Desde hace años, la lucha contra la mutilación genital femenina es una lucha contra el miedo a enemigos desconocidos: contra el miedo al cambio, y a las oportunidades  que llegan con él. A lo largo y ancho del mundo, desde el África subsahariana hasta la Península Arábiga, desde ciertas regiones de Extremo Oriente hasta comunidades expatriadas en Europa, EE UU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, las mujeres están reaccionando contra el hecho de que se las mutile genital, social, civil y políticamente, haciendo posible la promulgación de leyes contra esta lacra y consiguiendo la colaboración en esta lucha de políticos y religiosos y, sobre todo, de muchas mujeres que cada vez son más conscientes de su capacidad de provocar cambios.

EDUARDO GARCIA LANGARICA
Vocal del Consejo ejecutivo y experto en salud pública de la federación de asociaciones de medicusmundi

También puedes leer el artículo de Casilda Velasco sobre este tema que hemos publicado en nuestra web.

«La violencia está totalmente enraizada en nuestras familias»

Entrevista a María Antonia Nufio, Trabajadora Social de la Consejería de Familia de La Ceiba, en Honduras.

Tercera y última entrega de la serie de entrevistas que estamos publicando sobre la salud sexual y reproductiva en este país centroamericano.

¿Cuál es el objetivo de la Consejería de Familia?

Nuestro objetivo es la prevención y el tratamiento de casos de violencia intrafamiliar, de violencia sexual. Dentro de la violencia intrafamiliar tenemos la violencia doméstica y el maltrato a niños y niñas. En este caso hacemos mucho énfasis en el abuso sexual, consideramos que el abuso sexual en niños y niñas es el peor crimen que puede existir.

¿Es la violencia un problema estructural en sus comunidades?

La violencia está totalmente enraizada en nuestras familias, lamentablemente, tenemos familias violentas, familias de donde niños y niñas salen huyendo; el producto final es la formación de pandillas, de maras, jóvenes prostituyéndose, jóvenes metiéndose en drogas, que es uno de los grandes problemas en nuestro país y en nuestra ciudad y que consideramos que es producto en gran parte de la violencia en el interior de las familias.

Parece que los jóvenes tienen pocas alternativas…

En Honduras hemos creído que matando a nuestros jóvenes, a nuestras jóvenes, se soluciona el problema y nos hemos olvidado de la otra parte, la de atención, nuestros jóvenes tienen acceso limitado a la educación, llegar a la Universidad es un privilegio, no hay centros donde puedan ir en su tiempo libre. Los adultos estamos dándole lamentablemente a nuestros jóvenes un ambiente violento, un ambiente sin propuestas. No saben qué hacer y qué es lo más fácil, irse a la calle porque en la calle sí tengo personas, otros jóvenes como yo, que me dicen que son hermanos y esa es una cadena.

Entre los años 2005 y 2010 fueron asesinadas 1.786 mujeres en Honduras. 25 mujeres perdieron la vida cada mes víctimas de la violencia.

¿Quién y por qué acude a ustedes?

Generalmente las familias que vienen a la Consejería son familias desintegradas, familias con jefatura de hogar a cargo de una mujer, muchas veces el papá está dentro de casa, pero es como si no estuviese, en algunos casos es un parásito, en otros es el violentador, sería mucho mejor que se fuera y no que quede en casa proporcionando esa vida de infelicidad a los que le rodean.

En el tema de violencia doméstica, por ejemplo, las mujeres que se acercan a la Consejería, vienen porque se cansaron de sufrir la violencia y se atrevieron a poner una denuncia por violencia doméstica, entonces son referidas aquí, porque la ley dice que cuando hay una denuncia por violencia doméstica, tienen que ser referidos tanto la mujer como el hombre agresor a una consejería de familia.

¿Siempre vienen mujeres que ya han denunciado a su agresor?

Esa es la mayor demanda que tenemos, pero también están las personas que llegan aquí a través de la referencia de los médicos y las médicas. Las mujeres llegan a la consulta buscando ayuda porque les duele la cabeza, el estómago, pero es sólo una respuesta física, al final el médico se da cuenta de que lo que pasa es que esta mujer tiene una historia de violencia.

Las mamás traen a sus niños o niñas porque sufren algún dolor, han bajado sus notas… y el médico los evalúa y ve que sufren maltrato físico y en algunos casos un abuso sexual. Por eso es tan importante que el médico se detenga 1 minuto más para indagar qué está pasando con esa persona, por eso hacemos mucho énfasis con el personal de salud, que no es fácil, porque está formado desde una visión biologista, lo que importa es el cuerpo, si tiene lesiones, si tiene tumores, etcétera, pero a la parte emocional, la parte de salud mental, no se le está dando prioridad y ese es un tema que tenemos que seguir trabajando.

En 2010 se presentaron 600 denuncias de delitos sexuales en Honduras. Fueron mujeres de hasta 19 años. La mayor parte se presentó por violaciones, incestos y acoso sexual.

¿Se dan casos de violencia hacia los hombres también?

Ya hay casos, generalmente de violencia emocional. Antes no había porque si iban al juzgado a decir “mi mujer ejerce violencia contra mí” había que aguantar las risitas y los comentarios de sus amigos. En este caso, los procesos de formación, de prevención, de educación sí están dando resultado. Los hombres ya se están atreviendo a denunciarlo, aunque muchas veces la violencia que sufren ha sido como respuesta por parte de la mujer a esa violencia que ellos han ejercido antes. Pero en pocos casos sí hemos tenido hombres que han sufrido violencia psicológica por parte de sus parejas.

¿Cómo ayudan a las mujeres que acuden a la Consejería?

Se les ofrece una atención individualizada y también grupal, porque la violencia doméstica no es un problema psicológico o psiquiátrico, sino que es un problema de índole social y como es un problema social, entonces el abordaje también es de esa manera. Formamos grupos donde hablamos del tema de género, de la violencia y el por qué de esa violencia, cómo podemos ir buscando mecanismos para pararla, cómo esa violencia afecta a todas las personas que conviven con la mujer, por qué a la mujer le cuesta salir del círculo de violencia. También abordamos la parte legal, toda la normativa internacional y nacional que nos puede ayudar a salir de nuestra propia violencia doméstica. Y claro, también está la parte de nuestros sentimientos y emociones, que dentro de los grupos es otro de nuestros grandes objetivos, que las mujeres puedan sacar toda esa gama de sentimientos y de emociones que sienten al verse agredidas por su pareja, porque es fácil decir mi marido me pega, mi marido tiene una amante, mi marido me grita que soy una basura, mi marido anoche mi exigió tener un contacto sexual, pero lo que cuesta más es decir cómo me sentí yo cuando mi marido me gritó, eso es lo que cuesta más, y ahí hacemos mucho énfasis, porque en la medida en que la mujer va sacando todas esas emociones y sentimientos, la mujer va sintiéndose más libre y con más ánimo y dispuesta a parar esa vida de violencia que está llevando.

¿Queda mucho por hacer?

Mucho. La mujer se empodera pero en el paso final la dejamos sola, enfrentando la vida con un montón de hijos e hijas a veces pequeños y sin saber qué hacer. Necesitamos darles respuestas concretas. Necesitan qué comer y cómo alimentar a sus hijos e hijas.

«Ahora vemos que el problema del VIH no es sinónimo de muerte»

Testimonio de Leticia S. Vive con el VIH desde hace 14 años. Vive con su esposo y sus hijos en la comunidad de Tornabé. Coordina el grupo de autoapoyo de personas que viven con el VIH/SIDA en su comunidad, compuesto por 56 mujeres y 12 hombres.

Foto: Olga Marín

Esta es la segunda de las tres entrevistas que estamos publicando sobre la salud sexual y reproductiva en Honduras.

¿Cómo fueron los comienzos del grupo?

El grupo está compuesto por personas viviendo con el problema del VIH/SIDA, tenemos personas afectadas y personas que son solidarias y estamos aquí luchando porque no vamos a decir que lo hemos ganado todo. Nacemos el 14 de febrero del año 2000, con el apoyo del Enlace de Mujeres Negras de Honduras (ENMUNEH), ya que sentíamos que en la comunidad había mucho estigma y discriminación hacia nosotras como mujeres viviendo con el problema del VIH.

¿Y cómo se sienten ahora?

Nosotras logramos quitar ese estigma y esa discriminación y es por eso que ahora, como estamos fortalecidas, ya podemos hablar, ya podemos reirnos, porque antes sólo eran llantos. Ahora miramos que el problema del VIH no es sinónimo de muerte, sino que estamos viendo que es una lucha; lo miramos ahora como una enfermedad normal, como una enfermedad como cualquier otra. Ahora nos hemos fortalecido y podemos ver que sí se puede vivir con el problema del VIH.

Quizá no podamos decir que el estigma y la discriminación se han terminado, pero sí que se ha mermado bastante.

¿Tienen dificultades para acceder al tratamiento de la enfermedad?

Tenemos un hospital en el centro en Tela, cada una de nosotras tenemos una cita una vez al mes, depende como estemos físicamente, el doctor nos evalúa y cada una de nosotras vamos una vez al mes a tomar los medicamentos. Aquí en el Centro Natalie Johnson también hacemos actividades para generar fondos para que cada una de las compañeras que no tienen medios, que viven en la pobreza, puedan llegar al hospital a recibir su medicación. Hacemos piñatas, costuramos, hacemos trabajos manuales…

La incidencia anual del VIH/SIDA es de 15,6 personas por cada 100 mil habitantes y se encuentra entre las 10 primeras causas de mortalidad de Honduras.

También colaboran ustedes en la prevención de nuevos contagios…

Como personas que vivimos la experiencia, intentamos orientar a otras personas, les transmitimos que por favor no caigan donde nosotras caímos quizá porque no hubo orientación, les decimos que se cuiden, que no queremos otro caso, queremos tratar de disminuir los problemas.

¿Qué siente una persona cuando se entera de que tiene el VIH?

Mi vida dio un giro de 180 grados. Pero ahora ya lo miro como parte de mi vida, ya no lo miro como un problema, lo miro como una solución, no para mí, sino para la comunidad.

El problema es cuando la persona se entera. Ellos mismos son los que sienten el miedo, pero nosotros como personas fortalecidas con el problema del VIH tratamos de abordar a la familia y decirles que la apoyen, que no la boten, que le den amor y cariño, porque ahora él  lo necesita.

Háblenos un poco más de su propia experiencia en ese primer momento…

Cuando a mí me detectaron que yo tenía el problema del VIH/SIDA yo sentí que el mundo se me vino encima, porque yo no tenía  ningún conocimiento. Yo dije, voy a dejar a mi familia, voy a dejar a mis hijas, porque yo no sabía que había métodos como para poder vivir con la infección. Entonces yo dije me voy a morir. En 12 años para acá mi vida ha cambiado, yo no podía hablar antes del problema del VIH.

¿Qué mensaje le enviaría a los jóvenes?

Desde Honduras, desde la comunidad de Tornabé, yo le diría a los jóvenes que es importante cuidarse y es importante informarse, después de esa información esperar el momento preciso para tener una relación sexual. No es fácil vivir con el problema del VIH, pero sí se puede vivir.

«Queremos una comunidad sin jóvenes que se nos embaracen a los trece años»

Esta es la primera de una serie de tres entrevistas realizadas a mujeres hondureñas durante la grabación del documental «Mi cuerpo no es un campo de batalla«, en el que Medicus Mundi trata de aportar algo de luz sobre la situación de la salud sexual y reproductiva en Honduras.

Esta primera entrevista a Gloria Isabel Pinto, Enfermera Auxiliar del Centro de Salud de Tornabé, y Olga González, representante de ENMUNEH, gira en torno a los embarazos no deseados.

Olga, ¿en qué se basa el trabajo de ENMUNEH con las comunidades?

Aquí en estas comunidades nuestra juventud se queda embarazada prácticamente a los 13 años, por lo que trabajamos capacitaciones para poder bajar algo el embarazo en adolescentes. Prácticamente todos los embarazos son adolescentes, ¿por qué? No lo sabemos, quizá por como los padres están dando la forma de crianza. Y para esto nosotros estamos trabajando en temas de salud sexual y reproductiva y nos acercamos más por ejemplo a la identidad, a la autoestima a que ellas sepan como cuidarse, como apreciar su cuerpo.

Los Derechos Sexuales y Reproductivos son negados a la población más vulnerable, la falta de información, la estigmatización de la educación sexual y el fomento de los roles patriarcales a las mujeres son algunos de los factores del aumento de cifras de estos embarazos.

¿Qué hacen las jóvenes cuando se quedan embarazadas, cuál es su reacción?

Olga: Se encuentran solas, sin nadie que las cuide y en muchos casos acuden al aborto clandestino. Muchas veces, esto lleva a que contraigan enfermedades infecciosas.

Gloria: Las niñas quedan embarazadas por muchachos de 17 ó 18 años, son dos niños criando a otro niño. No saben cómo cuidar a un niño, entonces qué sucede, es más carga para la mamá de ella, porque es la mamá la que va a venir a cuidar a ese nieto. A veces las mismas madres inducen a sus propias hijas a que aborten. Hacen los abortos clandestinos en su casa y no van al hospital para hacerse un legrado, aquí hay, bueno en San Juan fue un caso de cáncer, con 18 años la muchacha se murió porque se embarazaba y abortaba y nunca iba al hospital a practicarse un legrado. Aquí hay otra de 22 años, tres hijos y cuál es el problema, que nunca se ha realizado una citología vaginal, nunca se detecta un cáncer a tiempo.

Tenemos nosotros más o menos un 38% de embarazos en adolescentes, es de lo más grande de América Latina, este tipo de embarazo en un 20% casi vienen siendo niñas de 10 a 15 años. Secretaría de Salud de Honduras. 2009.

¿Influye mucho la pobreza?

Gloria: Si, las niñas se encuentran solas, sin dinero, sin nada que comer… Viene un señor, les ofrece dinero y tienen una relación sexual con él sin pensar en las consecuencias que vienen, un embarazo, una infección de transmisión sexual…

Olga: Las  jóvenes tratando de cambiar el estilo de vida que tienen se van con hombres mayores que ellas y consiguen violencia, violencia doméstica, las golpean, descubrieron que la persona con la que se fueron no es la persona que ellas creían. Si eres la mujer de alguien, tienes que darle sexo a la fuerza y si no te golpean, esa es una violencia que se vive en la comunidad y que se calla, cuando ya quieren hablar es demasiado tarde.

¿Cómo les gustaría ver a su comunidad en el futuro?

Olga: Queremos ver una comunidad sin jóvenes que se nos embaracen a los 13 años. Les digo a los muchachos que se cuiden, que estudien, que usen su mente en deportes, que el sexo no es toda la vida. Uno tiene que preparase primero para después comenzar a tener una relación sexual con responsabilidad. Que estudien es lo más importante.

Gloria: Les decimos a los jóvenes que se preparen para el futuro, para tener como responder a los futuros hijos que va a tener, para ser una madre y un padre responsables y darle lo mejor a sus hijos, si no estamos preparados, nada somos y vamos a ser siempre carga de otras personas. Lo importante es prepararse uno para no ser dependiente de otra persona. Si va a tener una relación sexual, que sea segura y responsablemente, están los métodos de planificación familiar, se puede buscar información en los centros de salud, en clínicas para saber cuál es el método que más le conviene. Si es una persona que quiere tener una relación sexual que sea segura, protegida y responsablemente.

Derechos sexuales y reproductivos, ¿derechos olvidados?

El Día Mundial de la Salud se celebra el 7 de abril todos los años para conmemorar el aniversario de la fundación de la Organización Mundial de la Salud en 1948. Desde medicusmundi queremos recordar este año los derechos sexuales y reproductivos, uno de los derechos más vulnerados en todo el mundo.

Foto: Joven garífuna en Honduras. Olga Marín.


ABIDJAN, (Costa de Marfil)- «Me gustaría usar algún método anticonceptivo, pero mi esposo se opone», dice Bintou Moussa, de 32 años, quien acaba de dar a luz a su sexto hijo .

GUATEMALA: el acceso a los anticonceptivos tiene especiales dificultades para las mujeres indígenas por la inexistencia tanto de medios como de personal preparado en áreas rurales, aunado a la exclusión social. Pero también existen barreras culturales como el machismo, que lleva a muchas mujeres a planificar sus embarazos a escondidas de sus parejas, para evitar celos y el riesgo de ser violentadas.

(Fuente PS-Inter Press Service – la Conexión Global)

Dos noticias recientes muestran la situación del DERECHO A LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA  en el mundo. A pesar de las múltiples declaraciones y acuerdos internacionales firmados desde que en la cumbre de El Cairo en 1994, se definiera la salud sexual y reproductiva y se asumiera internacionalmente como uno más de los derechos humanos, la realidad se acerca más a lo que indican esas dos noticias.

Por un lado, el machismo imperante en buena parte del mundo, no solo en los países menos desarrollados, y que necesitará de tiempo y educación para ser combatido, además de una buena cantidad de voluntad política para cambiar las leyes que impiden a las mujeres tener los mismos derechos que los hombres.

En segundo lugar, la gran debilidad de los servicios públicos de salud en buena parte del mundo, también influida por la voluntad política de reforzarlos y en muchos casos por la falta de medios económicos para ello. A esto se viene a añadir ahora la crisis económica que todavía reduce más los presupuestos dedicados a gastos sociales, sanitarios y educativos.

Foto: Bebé lactante en Honduras. Olga Marín.

Los derechos sexuales incluyen el derecho de mujeres y hombres a tener control respecto de su sexualidad y a decidir, libre y responsablemente, sin verse sometidas/os  a ningún tipo de coerción, discriminación o violencia. Implica, por lo tanto, unas relaciones sexuales igualitarias entre las personas, que garanticen el pleno respeto a la integridad del ser humano y el consentimiento mutuo.

Los derechos reproductivos incluyen el derecho básico de todas las personas a decidir libre y responsablemente el número y espaciamiento de hijos/as y a disponer de la información, educación y medios adecuados para ello.

La conculcación del derecho a la salud sexual y reproductiva lleva a graves riesgos para la salud que son fuente importante de morbilidad, de mortalidad y de discriminación.

La práctica de sexo no seguro es más frecuente en personas jóvenes que no han tenido acceso a información, cuando existen desigualdades de poder que impiden negociar con la pareja sexual  y en las relaciones sexuales practicadas con coerción o violencia. El sexo no seguro es causa de 2,4 millones de muertes a nivel global, siendo la tercera causa de mortalidad en los países de bajos ingresos (1,7 millones) y el segundo factor de riesgo de incapacidad (el primero en mujeres en edad reproductiva) a nivel mundial, afectando a 70 millones de personas y Es la principal causa de infección por el VIH y otras ITS así como del cáncer cervical (WHO, 2009).

Foto: Titular de un diario hondureño. Ana Gª Mellado.

Aumento de la morbi-mortalidad maternal. Cada año, unas 210 millones de mujeres sufren complicaciones que amenazan su vida durante un embarazo las cuales, a menudo, les causan graves incapacidades. Medio millón, o más, adicional muere a causa del embarazo, parto o puerperio, más del 99% de los casos en países en desarrollo (Glasier, 2006; WHO, 2010a).

Un gran número de mujeres entre 15-49 años –que en algunos países llega hasta al 60%-ha sido forzada a mantener relaciones sexuales. En la mayoría de los casos la violencia sexual es ejercida por el marido, compañero o por un varón cercano a la familia (Bott S. 2010).

80 millones de mujeres tienen, anualmente, embarazados no deseados o no intencionados, 20 millones de abortos en el mundo se practican en condiciones no seguras, el 40% de estos abortos son practicados a mujeres menores de 25 años y unas 68.000 mujeres fallecen anualmente a causa de sus complicaciones. Es por esto que la cuestión de acceso al aborto no se puede desligar del contexto amplio de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer y la obligación de los Estados de defender y hacer efectivos estos derechos.

Los entornos de riesgo en los que a veces se ven obligadas a someterse a abortos muchas mujeres reflejan no solo la desesperación de estas mujeres sino, también, y, a menudo, la pasividad del Estado a la hora de respetar, proteger y realizar los derechos de la mujer. Las mujeres deberían de tener acceso a servicios de calidad para tratar las complicaciones derivadas de aborto. Se deberían de ofrecer con prontitud servicios de planificación de la familia, educación y asesoramiento post-aborto que ayuden también a evitar la repetición de los abortos”.

La falta de atención sanitaria especializada durante el embarazo y el parto no solo afecta a las madres, sino que ocasiona también una elevada mortalidad perinatal: en 2004, 3,7 millones de bebés murieron en su primera semana de vida y 3,3 millones de bebés nacieron muertos (OMS,2007). En 2009, unos 370.000 niños nacieron con el VIH, con lo que se elevó a 2,5 millones el número total de niños menores de 15 años que viven con el VIH. El número total de niños de 0 a 17 años que han perdido a su padre, madre o a ambos debido al VIH aumentó a 16,6 millones en 2009 (ONUSIDA, 2010)

Para medicusmundi, las intervenciones en Salud Sexual y Reproductiva deben estar basadas en los principios básicos de:

  • Enfoque desde los derechos humanos y, en esta área en particular, desde los derechos sexuales y reproductivos, prestando especial atención a los grupos más vulnerables (menores, mujeres y población más empobrecida y/o marginada).
  • Trabajo conjunto con nuestros socios locales, teniendo en cuenta siempre los factores socioculturales locales.
  • La equidad e igualdad de género.
  • Principios de ciudadanía, lo que conlleva la aceptación de las obligaciones que los Estados deben de tener para con sus ciudadanos y ciudadanas, rechazando políticas injustas de escasa prestación de servicios públicos o tendencias privatizadoras.
  • Principio de laicidad y democracia real en las políticas públicas.
  • Reforzamiento de los servicios públicos de salud, basados en la atención primaria, como garantía de accesibilidad y equidad en la atención sanitaria, también en lo referido a salud sexual y reproductiva y que hoy está en riesgo tanto en el “norte” por los recortes impuestos por el ajuste, como en el “sur” por el abandono de la ayuda al desarrollo debido a los mismos recortes.

Eduardo García Langarika

medicusmundi

Para saber más: En www.medicusmundi.tv puedes ver el documental «Mi cuerpo no es un campo de batalla», sobre los derechos sexuales y reproductivos en Honduras.

Tras las huellas de Lilit

Lilit fue la primera esposa de Adán, creada del polvo, como él. Era su igual, así que no aceptó someterse al poder de Adán, y huyó del jardín del Edén. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una jornada de celebración y recordatorio de la lucha que libran las mujeres por sus derechos y por su participación en la sociedad en pie de igualdad. En este contexto, los derechos sobre el propio cuerpo, sexuales y reproductivos, son derechos humanos y de la ciudadanía, y medicusmundi asume el reto de lograr que la vida de las mujeres en los países del Sur, a lo largo de todo su ciclo vital, exprese el pleno ejercicio de estos derechos.

Los derechos sexuales y reproductivos son relativamente recientes dentro del marco de los Derechos Humanos, formulados por primera vez en 1994, durante la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo (CIPD) en El Cairo. En esta Conferencia, en la que se dieron cita 179 estados impulsados por organizaciones de mujeres, colectivos feministas y movimientos sociales, se acordó un Programa de Acción para mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas, promover la equidad entre los géneros, reducir la mortalidad materno-infantil y obtener el acceso universal a los servicios de salud reproductiva, incluida la planificación familiar y la salud sexual. Tres fueron los cambios fundamentales que se introdujeron con respecto a anteriores encuentros internacionales de similares características: en primer lugar, un nuevo concepto de “salud reproductiva” más amplio e integral que el de “planificación familiar”; el reconocimiento de la sexualidad como una dimensión fundamental de las personas, y la afirmación de que es la mujer, libre de decisión y en condiciones plenas para ello, quien debe controlar su propia fecundidad.

Toda persona tiene derecho a decidir con quién, cuando y cómo tener (o no) hijos/as y relaciones sexuales; al disfrute de una sexualidad libre y sin riesgos; al respeto a la intimidad y a la vida privada; a vivir libre de violencia y coerción, y de cualquier tipo de discriminación; a la participación en las políticas públicas sobre sexualidad y a recibir una educación sexual completa, científica y laica. Pero estas opciones solo son viables cuando no existe coerción, ni dominio, ni violencia sobre el cuerpo de las mujeres. Por desgracia, en muchas sociedades actuales siguen siendo frecuentes diversas formas de violencia, tanto física como psicológica y social, que van desde las agresiones sexuales, la mutilación genital femenina, el matrimonio forzado a muy temprana edad, el mandato cultural sobre la maternidad, el embarazo forzado, la penalización del aborto, la discriminación por motivos de diversidad sexual, el cuerpo de la mujer como botín de guerra, y un largo etcétera.

Por todo esto medicusmundi reivindica que todos los días sean 8 de marzo y se conviertan en jornadas de lucha y reivindicación para que los derechos de las mujeres en el ámbito de la sexualidad y la reproducción sean plenamente respetados, para lo que es indispensable que los Estados los garanticen, promuevan y protejan. Así, es necesario considerar las necesidades específicas de mujeres y hombres desde la especificidad de su diversidad y condiciones de vida y eliminar todas las barreras legales, económicas, religiosas y culturales que impiden una adecuada atención a la salud sexual y reproductiva. El apoyo a los países en vías de desarrollo y la sensibilización social serán elementos fundamentales para el éxito de cualquier intervención destinada a reducir los efectos de una salud sexual y reproductiva que es, a todas luces, insuficiente.

Medicusmundi trabaja para incidir en que la salud sexual y reproductiva sea una prioridad en la cooperación al desarrollo y se aseguren los recursos humanos y económicos necesarios para su garantía; posibilita a todas las personas el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, identificando y atendiendo a los grupos especialmente vulnerables; denuncia y combate todas las formas de violencia relacionadas con la sexualidad y la reproducción, con especial énfasis en las basadas en el género; promueve el acceso universal a una información completa y veraz y a la educación integral en materia de salud sexual y reproductiva; promueve el fortalecimiento de los sistemas de salud basados en la atención primaria, integrando en ella la atención integral a la salud sexual y reproductiva; contribuye a detener y revertir la propagación de la infección por el VIH y otras infecciones de transmisión sexual, e investigar y denuncia todas las decisiones políticas y económicas que supongan una limitación al reconocimiento o al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos.

Nobel para las mujeres africanas

El pasado 10 de diciembre se entregó en Oslo el Premio Nobel de la Paz a la presidenta de Liberia, Ellen-Johnson Sirleaf, a la también liberiana Leymah Gbowee , responsable de la organización Red de Mujeres por la Paz y la Seguridad en África, y a la activista yemení Tawakul Kerman.

Las tres han sido premiadas por su trayectoria y “la lucha no violenta en favor de la seguridad de las mujeres y de sus derechos a participar en los procesos de paz”.


Ellen Johnson-Sirleaf, Presidenta de Liberia -un país asolado por años de guerra civil- desde 2004, fue encarcelada en los 80 por plantarle cara al régimen militar de Samuel Doe. Esta semana se presenta a la reelección.

Leymah Gbowee, mano derecha de Johnson-Sirleaf, se asentó en Monrovia, capital de Liberia, a los 17 años, donde le sorprendió la guerra civil, durante la cual trabajó con los niños soldados que formaban filas para luchar en el bando de Charles Taylor, y forjó las negociaciones de paz desde la vecina Ghana.

No son las primeras mujeres africanas en recibir dicho galardón ya que Wangari Maathai, la bióloga y líder ecologista keniana recientemente fallecida, lo recibió en 2004.

Este premio reconoce el papel capital que tienen las mujeres africanas en el desarrollo de sus países. Con la intención de hacer aún más visible el papel de la mujer surgió la propuesta de lanzar una Campaña Internacional para dar el Premio Nobel de la Paz de 2011, a todas las mujeres africanas. Se trataba de una propuesta diferente, ya que ésta no era una campaña para atribuir el Nobel a una persona singular o a una asociación, sino un premio colectivo, para todas esas guerreras de la paz.

Enhorabuena a tod@s y os dejamos con una de las canciones más bellas del mundo, “Malaika”,  cantada en swahili por la sudafricana  Miriam Makeba.

Antonio Cabrera inspirado por Lurdes Pérez

30 años del descubrimiento del virus del Sida

El primer caso de VIH/Sida, la última pandemia global, se diagnosticó hace ya 30 años, en este tiempo 60 millones de personas han contraído la enfermedad y 22 millones han muerto.

 

El 5 de junio de 1981 el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos publicó el primer caso de VIH/Sida y lo describió como una ”neumonía letal” que se propagaba entre los homosexuales. A finales de ese mismo año ya se habían detectado 121 personas enfermas y comenzaban a diagnosticarse nuevos casos en Europa.

En España el primer caso se conoció en octubre de 1981. Cinco años después el retrovirus se denominó virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), nombre con el que se le conoce hasta la fecha. Además, en esa época se descubrió que el virus podía estar hasta 10 años en el paciente infectado sin dar síntomas, por lo que los enfermos podían haber estado infectados durante años sin saberlo. Este hecho ayudó a su rápida propagación y también contribuyó a que ésta haya seguido extendiéndose -de cerca de 8 millones en 1990, hasta 33 millones en la actualidad-.

Pero no sólo el desconocimiento científico ha ocasionado su rápida transmisión, ha habido más causas que lo explican, como la forma en que se ha respondido a la enfermedad. Al principio se propagó más entre la comunidad homosexual y entre los consumidores de drogas intravenosas al compartir jeringuillas. Por este motivo, parte de la sociedad occidental asumió la enfermedad como una plaga de consideraciones “bíblicas” que castigaba exclusivamente a homosexuales y drogadictos y, por lo tanto, el resto era inmune a esta enfermedad.

Por otro lado, la reticencia de gran parte de la población al uso del preservativo en sus relaciones sexuales, a pesar de que está demostrado que es la medida protectora más eficaz, ha sido otro agravante. Diversas culturas están en contra de su uso, debido a la creencia de que fomenta la promiscuidad e incluso dudan de su eficacia demostrada para evitar la transmisión de la enfermedad en las relaciones sexuales. Por ejemplo, en el continente africano, el más afectado, se considera poco masculino el uso del preservativo, e incluso en algunos lugares se cree que este favorece la esterilidad.

A este desconocimiento, podemos sumarle actuaciones como la de la ministra de salud de Sudáfrica que en 2006 provocó la confusión entre la población -la de mayor proporción de infectados del mundo- al asegurar que los tratamientos antirretrovirales occidentales eran dañinos para la salud y promulgó la utilización del ajo y la remolacha para luchar contra el VIH/Sida.

Discursos como éste, favorecen que solamente el 20% de las jóvenes de las regiones en desarrollo tengan un conocimiento amplio y correcto sobre el VIH; y, con estos condicionantes no es de extrañar que el 41% de los nuevos casos sigan siendo en  jóvenes de entre 15 y 24 años.

Pero además del desencuentro entre la ciencia y las creencias, quizás los otros dos factores que han contribuido a la transmisión de la enfermedad han sido el estigma y las inequidades de género.

El desconocimiento que hay sobre todo en cuanto a los mecanismos de transmisión y el miedo a contagiarse -incluso al principio algunos sanitarios se negaban a tratar a estos enfermos-, así como las implicaciones sociales que se le achacan -estar enfermo para la sociedad significaba ser homosexual, drogadicto, o promiscuo-, provoca que a los enfermos/as se les estigmatice y se les aleje de la sociedad. Como efecto secundario, personas que sospechan que están infectadas no se hacen la prueba para no corroborar la realidad y no ser apartados de su entorno social.

Por otro lado, las inequidades de género han provocado que una enfermedad que en sus principios fue casi exclusivamente masculina revierta la tendencia con los años y ahora tenga un ligero predominio femenino, siendo mujeres más del 51% de las personas adultas que viven con VIH. La mujer, sobre todo en países en desarrollo, sufre una triple vulnerabilidad ante la enfermedad: la vulnerabilidad biológica, al tener mayor facilidad para infectarse en una relación sexual con un hombre con VIH, que viceversa; la vulnerabilidad económica, al no poder en muchos casos contar con recursos económicos propios incluso aunque trabaje, ya que lo gestiona su pareja, lo que impide acceso a los tratamientos, medidas preventivas y de apoyo; y por último, la vulnerabilidad social, que le impide en muchas sociedades tomar decisiones que afectan a su salud como el uso o no de preservativo, o poder ir por su cuenta a los servicios médicos.

Por todo ello, desde medicusmundi queremos que el 1 de diciembre sirva para reflexionar acerca de las medidas preventivas y la protección de las personas que viven con el virus del sida y tomar conciencia de la dignidad de las personas que deben convivir con esta realidad para la que aún no hay cura, pero para la que hay muchas más herramientas e información que en aquel 1981 en el que se diagnosticó el primer caso.

Voces desde Mozambique

El pasado  17 de junio se estrenó en cines de toda España el largometraje- documental Voces desde  Mozambique dirigido por Susana Guardiola y Françoise Polo.

Una historia que recupera las raíces del pasado para reconstruir un presente.

El rostro de las mujeres de Mozambique está cargado de vidas no contadas, silenciadas…

Voces desde Mozambique rescata la voz de las mujeres africanas que luchan diariamente, por activar el desarrollo de África. Cinco historias que representan el ciclo de vida de la mujer. Y la sombra de un mito reencarnado en todas ellas: Josina Machel , primera heroína y guerrillera mozambiqueña, que luchó por la independencia y por los derechos de la mujer.

Escrito por Antonio Cabrera